Cigoto de una humanidad indeterminada

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Óleo sobre lienzo 70 x 90 cm

Este cuadro presenta un encuentro íntimo entre lo natural y lo posthumano. En un entorno selvático, una niña envuelta en follaje y flores observa con asombro a una figura metálica y orgánica a la vez, cuyo cuerpo refleja la luz como si fuera un ser nacido de tecnología viva. 

Entre ambos flota un pequeño orbe translúcido que parece contener un microcosmos, símbolo de conocimiento, conexión o destino compartido.

Detrás, tallado en la roca o emergiendo de ella, aparece un rostro anciano que vigila silenciosamente la escena, como si representara la memoria ancestral de la tierra o la consciencia profunda del entorno. 

La obra sugiere un diálogo entre pasado, presente y futuro: la niña como pureza y origen; el ser posthumano como evolución y transformación; y la entidad pétrea como la raíz que lo contiene todo. El cuadro invita a reflexionar sobre la coexistencia, la transición entre mundos y la posibilidad de un equilibrio entre naturaleza, humanidad y tecnología.